En BiblioValle se vivió el V congreso de La Lectura Cura: un encuentro que abraza, transforma y conecta desde la palabra

La Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero, celebró el V Congreso “La Lectura Cura”, un encuentro profundamente humano que reunió a expertos, instituciones y ciudadanos para recordar que los libros no solo narran historias, sino que también acompañan, transforman y sanan. Durante los días 19 y 20 de noviembre, Cali vivió un espacio donde las palabras se convirtieron en refugio y las emociones encontraron un lugar para ser escuchadas.

Este encuentro se sintió como un territorio común al que cada participante llegó con sus propias preguntas, silencios y expectativas. El ambiente fue cálido, cercano, y permitió comprender que la lectura no es solo un acto intelectual sino también un gesto de cuidado: un puente que une a quienes buscan comprensión, compañía o simplemente un lugar donde respirar distinto. El Congreso, en su quinta versión, reafirmó que las historias tienen la capacidad de contener lo que a veces ni siquiera sabemos decir en voz alta.

La apertura estuvo marcada por un mensaje esperanzador de la Directora Técnica de la Biblioteca, María Alejandra Sáenz Gómez, quien resaltó la importancia de seguir apostando por programas que hacen de la lectura una herramienta de bienestar colectivo. De inmediato, el congreso tomó un rumbo cercano y sensible con la conferencia “Reír para sanar”, de la doctora Leslie “Florecita”, quien demostró que el humor y la risoterapia pueden ayudar a liberar cargas emocionales y reconectar con la alegría propia.

En medio de las conversaciones, fue evidente que la lectura, en sus múltiples formas, logra abrir una pausa en el ritmo acelerado que cargamos a diario. Para muchos asistentes, el congreso representó un espacio para volver a lo esencial: a la palabra dicha con calma, a la escucha que no juzga, al relato que ofrece una segunda oportunidad para entender lo vivido. Cada diálogo permitió reconocer que sanar no siempre es un acto inmediato, sino un proceso que puede acompañarse desde la sensibilidad, la memoria y la expresión.

Las primeras experiencias institucionales compartidas por la Clínica Sebastián de Belalcázar y la Clínica Versalles permitieron ver cómo la lectura dialoga con los procesos de salud, acompañando a pacientes, familias y personal clínico en momentos que requieren calma, fortaleza y cercanía humana. En la tarde, el Foro LEO invitó a reflexionar sobre el impacto social de la política pública LEO – Valle del Cauca, reafirmando el compromiso del territorio con el acceso equitativo y significativo a la lectura. Más adelante, la conferencia sobre la escritura como instrumento de sanación recordó que poner las emociones en palabras es una forma íntima de liberar, ordenar y resignificar lo vivido. El día culminó con un taller de clown que, entre risas auténticas y ejercicios de vulnerabilidad, mostró que la empatía también cura.

En cada momento, se reafirmó algo valioso: que la lectura es un acto profundamente humano. No exige perfección, no requiere experiencia previa, no pide nada a cambio más que la disposición de abrir un libro o dejarse tocar por una historia. Esa sencillez fue la que permitió que el congreso se viviera con tanta autenticidad, con conversaciones que atravesaron emociones y con reflexiones que permanecen incluso después de terminados los encuentros.

El 20 de noviembre, la conferencia magistral “Libros que nos encuentran, libros que nos rescatan”, a cargo de Ana Carolina Montoya, abrió la jornada con una reflexión poderosa: los libros aparecen justo cuando más los necesitamos y, en ese encuentro, nos enseñan a mirarnos con más compasión. Luego, el panel de experiencias del programa “La Lectura Cura”, liderado por Juan José Giraldo Jiménez y dos voluntarias del proyecto, entregó relatos conmovedores sobre la presencia de la lectura en hospitales, hogares geriátricos e instituciones donde la palabra se convierte en compañía, aliento y posibilidad.

A medida que avanzaba el día, surgieron nuevas preguntas sobre la forma en que habitamos nuestras emociones: ¿cómo nos narramos?, ¿qué hacemos con lo que nos duele?, ¿qué historias nos permiten comenzar de nuevo? La lectura, entonces, se presentó no como un fin, sino como un dispositivo afectivo que sostiene, orienta y acompaña. Hubo momentos donde el silencio compartido entre los asistentes decía tanto como las conferencias: silencios de reconocimiento, de gratitud y de entendimiento mutuo.

La tarde avanzó entre conversaciones sobre emociones, talleres que exploraron habilidades humanas y ejercicios que recordaron la importancia de mirarnos hacia adentro. Las instituciones participantes uentre ellas la Clínica de Occidente, el Hospital Departamental HUV y el Hogar para el adulto mayor compartieron cómo la lectura se ha convertido en una aliada silenciosa dentro de diferentes procesos de cuidado. El cierre, acompañado de un espacio cultural, dejó la sensación de que este congreso no termina al finalizar la agenda, sino que continúa en cada persona que reconoce que leer también es una forma de cuidarse.

Más allá de los encuentros, lo que quedó fue una certeza compartida: la lectura cura porque nos permite habitar de manera más amable nuestras propias historias. Porque nos devuelve la posibilidad de imaginar un futuro distinto. Porque ofrece consuelo, compañía y sentido cuando las palabras escasean. Y porque, en comunidad, la lectura se convierte en un acto político de cuidado mutuo y bienestar.

El V Congreso “La Lectura Cura” reafirmó que las palabras pueden abrazar, que la lectura abre caminos cuando las emociones pesan y que, en comunidad, es posible construir espacios donde la cultura y el bienestar caminen juntos. La Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero continúa fortaleciendo programas que unen sensibilidad, conocimiento y acompañamiento emocional, convencida de que, cuando un libro toca el alma, también empieza a curarla.

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